17 de febrero de 2011

Tres consideraciones insulsas

Consideración número 1

Hace un buen rato que no escribo. Escribir es para mí un fuego al que se le alimenta con dolor y congoja y en el cual uno debe adentrarse hasta que se le queme la última de las entrañas. Semejante idea me hace siempre alejarme de la producción de estas escuetas líneas cuando la suerte me sonríe. Mi producción literaria es inversamente proporcional al grado de satisfacción que me provoca respirar; y como ando en una armonía sospechosa con el universo, mi producción ha sido nula.

Consideración número 2

La constante necesidad que tuve a lo largo de mi vida de camuflarme entre seres de la misma especie me hizo un amnésico emocional. Con mi vivencia y algo de tiempo se podrían escribir abundantes y dotados capítulos componentes de alguna obra de digna magnitud. No obstante, tales rememoraciones parecen esconderse tras el sabor del día a día y, como yo solía hacerlo, cambian de color dependiendo del rayo de sol que las alcance. Lo que fue otrora un posible motivo de asesinato de ese asco viviente que era mi frágil persona, hoy lo enarbolo como conquista de la pujanza y el fragor de mi imbatible y perenne ser. Mañana veremos.

Consideración número 3

Lucho, con poco tesón y mucho menos resultado, para arrancarme esa catarata cotidiana y dejar emanar el torrente creador en el cual aún confío, en el cual baso mi oración del escritor. El resultado es patético. Soy hoy un tipo en un estado semi-permanente de satisfacción personal y veo mi yo literario haciendo sus maletas. Mala suerte la suya, buenaventura la mía hasta el próximo encuentro con el fracaso. Intentaré seducir a mi repulsiva pluma con los manjares del odio al prójimo y las vituallas suculentas de la demolición del pathos de aquellos a los cuales profeso, de todo corazón, mis más peores deseos.